El Hombre que esperaba a las
Flores y sus Frutos
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Hubo un tiempo donde el ser humano
no conocía la impaciencia, sabia solo esperar el tiempo de las flores y sus
frutos y se conectaba a través de ceremonias y ritos, para la bienhechuría de
los astros con su luz solar y lunar, daban gracias a todas las divinidades de
la naturaleza, que les indicaba el ritmo con que debían ir por el camino de unión
entre la tierra y el cosmos.
Esto es lo que cuentan las Mandalas Rupestres y los Símbolos Ancestrales que la conforman, ellos son los instrumentos para inducir los estados mentales, con los cuales, nos ayudaremos para retomar nuestro verdadero camino y con las auténticas virtudes, este es nuestro tiempo de recomenzar en esta etapa de crisis existencial.
Comencemos con la virtud de la
paciencia, representada en esta flor esquematizada de Impatiens que contiene esta Mandala Rupestre. La Virtud de La Paciencia no significa que debemos desarrollar la quietud ante situaciones
desesperantes, es más bien activar la conexión interna y buscar la fortaleza
para lograr aceptar con serenidad las situaciones difíciles que la vida nos
trae. Cuando no queda más remedio que esperar, saber esperar a que las cosas
sucedan en manos del tiempo, nos ayudará a evitar el estrés entre otros.
Petroglifos del yacimiento Las Lajitas,
Puerto Cabello, Carabobo. Venezuela
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Si miramos los grabados Rupestres con una mente subjetiva, nos dará la percepción de los mensajes ancestrales que continúan plasmados en las rocas, en espera de que la humanidad los haga propios.
No existe una técnica única, ni instrucciones para pintar este Mandala Rupestre, es para todas las personas y de cualquier edad, solo se recomienda algunos pasos para concentrarse y lograr ayudarse a armonizar el alma con el mundo exterior.
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¡Siéntanse libres de combinar
colores, pero de nuevo...no olvides el propósito: La Virtud de la Paciencia!!!
Maru.
Namaste.
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